YOGA PARA EMBARAZADAS por Imma Campos
El embarazo es un momento muy especial en la vida de una mujer, un ser vivo crece en su vientre y se nutre a través de ella. Ese estado genera un cambio profundo en la forma de estar y sentir, un cambio hormonal inunda su cuerpo y empieza una gran aventura. Todo ello es un gran reto a nivel físico y emocional. La naturaleza tiene todo previsto y crea estados internos que faciliten ese proceso, pero en muchas ocasiones los ritmos externos, las creencias, las costumbres sociales, pueden dificultar que esa naturaleza se pueda expresar y van a surgir incomodidades y dificultades en ese desconocido camino.
El yoga es una ciencia milenaria que aporta herramientas para conectarse con la propia naturaleza del ser. Crea equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu. Abre un espacio de conexión con el estado interno del ser y las necesidades individuales de cada momento y cada persona. Genera calma mental que permite sentir con claridad todo lo que está sucediendo en tu interior y qué se necesita recolocar en el exterior para que todo fluya en armonía.
¿Por qué practicar yoga en el embarazo?
El cuerpo de la mujer durante la gestación se transforma día a día, columna vertebral, pelvis, vientre, caja torácica,… eso puede generar tensiones y cuando esta tensión se acumula, pueden aparecer molestias e incluso dolor. El movimiento consciente a través de las asanas (posturas) unido a la respiración y a la relajación, permiten que ese cuerpo se mantenga ágil, fuerte, flexible y libre de tensiones. En nuestro organismo quedan grabadas todas las emociones e impresiones negativas creando bloqueos en el campo energético, eso genera lesión de los tejidos. Al liberar el cuerpo, liberamos las tensiones acumuladas y restablecemos el bienestar en esas zonas corporales.
El embarazo es un momento de cambios constantes, cuando no nos adaptamos adecuadamente a ellos, puede aparecer estrés físico y mental. El estrés genera cortisol en sangre, sabemos que esta hormona es un inhibidor del crecimiento del bebé. La práctica del yoga produce una disminución de los niveles de cortisol y por tanto favorece un buen crecimiento del bebé en el útero materno. La relajación es la técnica por excelencia para ayudar a mantener bajos los niveles de estas hormonas nocivas para el desarrollo de un buen embarazo.
Todo proceso de gestación, parto y crianza está regulado en gran medida por el sistema nervioso autónomo (regula las funciones vitales que no dependen de nuestra voluntad, latido cardiaco, digestión, sueño, segregación de hormonas…). El yoga actúa directamente sobre el sistema nervioso autónomo equilibrándolo. Por ello a través de la práctica de yoga observamos que las mujeres embarazadas tienen menos síntomas negativos asociados al embarazo, ya que reequilibramos internamente todo el sistema hormonal y metabólico.
Las emociones juegan un papel fundamental en nuestra vida, reconocerlas, sentirlas y liberarlas nos proporciona paz interna. El trabajo con la respiración que propone la práctica de yoga, nos lleva a poder hacer de forma agradable este proceso. La embarazada está mucho más conectada con el mundo de los sentimientos y emociones. Es un momento de gran sensibilidad, una percibe con mucha más intensidad cómo se siente y qué necesita en cada momento. Acostumbrarnos a estar en contacto con lo que sentimos es muy interesante para nuestra vida, pero sobretodo el tener herramientas que nos ayuden a gestionar esas emociones. La respiración es la gran aliada.
La intuición es una capacidad del ser humano que puede estar algo dormida, en el embarazo se despierta. La meditación y el silencio ayudan a reconocer ese proceso que renace y así aprovecharla para que guíe este ciclo vital. La intuición es la voz de nuestro interior, que nos indica qué camino tomar en cada momento para que todo fluya fácil y sencillo. Es la guía que nos lleva a tomar decisiones a favor de nuestro ser.
El embarazo es un momento de conexión con la grandeza de la creación. Un ser vivo crece en el interior del útero de la mujer, siguiendo las leyes de la naturaleza y la sabiduría innata del cuerpo. El sentir la magia de la creación en su interior conecta a la mujer con su capacidad de dar vida, ayudar al bebé a nacer y a crecer. Así el momento del nacimiento se vuelve una experiencia agradable y deseable. En las sesiones de yoga la mujer tiene ese espacio para conectarse con el proceso de comunión con el todo, esos instantes quedan grabados en su memoria celular despertando el día del parto, ayudando a que todo sea más sencillo.
El yoga orienta tus pasos hacia tu interior para que recuerdes el conocimiento que ya está en ti. Así las mujeres toman las riendas y recuperan su poder. En la crianza la mujer va a necesitar una total conexión con su interior para reconocer qué necesita ella y qué necesita el bebé. Ser madre hará que la mujer tenga que tomar muchas decisiones, la intuición y la sabiduría interna serán quienes guíen sus elecciones.
El yoga te enseña a vivir en el presente, desapegarte de los objetivos, aceptarte tal y como eres, a confiar en ti y en los demás, despierta el amor en tu corazón, abre tu mente a capacidades ilimitadas, te conecta con la alegría de vivir. ¿Crees que eso le puede servir al nuevo ser que viene en camino? Recordad que la práctica de yoga también la realiza el bebé.
La gestación es un momento de conexión con la energía creadora y creativa que somos, esa energía que tiene un propósito y es perfecta. En este caso se expresa con la creación de un ser humano. El cuerpo de la mujer vive la experiencia de ser canal de algo que fluye a través de ella. La vivencia de esa experiencia física le puede llevar a despertar un nuevo estado de conciencia sobre ella misma y la vida. Ese estado que buscamos los yoguis de conexión con esa energía vital que lo mueve todo, ese sentir que en nosotros reside una sabiduría que lo organiza todo. Por ello las embarazadas tienen una gran facilidad en la práctica del yoga, entran con gran rapidez y se hacen “dependientes” de su práctica.
El yoga lleva a la mujer a entender e integrar ese nuevo estado de conciencia, les ayuda a poder colocar todo lo que están viviendo en su interior. Aquello que despierta y que no puede expresarse con palabras, que va más allá de los pensamientos y sentimientos. Ese lugar íntimo donde la plenitud se vive en muchos instantes de tu día a día. Ese lugar secreto donde el placer más absoluto se despierta con un movimiento del bebé. Ese lugar cálido donde el amor te inunda con oleadas de oxitocina que impregnan tu sangre. Ese lugar de proyección donde una siente que es capaz de crear cualquier cosa que se proponga. Ese lugar de paz donde el silencio y la quietud lo mueven todo. Ese lugar donde muchas de nosotras hemos estado y que es difícil expresar con palabras.
Las mujeres somos merecedoras del máximo gozo en nuestras vidas, somos canales de luz a través del que llegan nuevos seres a este mundo. El yoga crea ese espacio donde una puede reconocerse a sí misma, sentir la energía creadora que es y dejar que se exprese con la máxima perfección. Desde este lugar el mundo se va transformando, llenándose de mujeres conectadas con el amor infinito que hay en nuestro interior, de bebés acogidos en úteros llenos de paz y de hombres que reconocen el poder creador que reside en cada mujer.
El amor y la confianza en la vida se van volviendo la base de nuestra vida y de nuestra familia. Aquí reside el gran cambio en la humanidad, en cada útero que gesta desde el amor y la confianza.
¿Cuándo puedo empezar a practicar?
Desde el primer momento de tu gestación puedes practicar ejercicios de yoga. Si no habías practicado antes, empezaremos con sesiones cortas, con ejercicios sencillos, iniciándonos en el trabajo con la respiración completa, largas relajaciones y meditando en silencio o con mantra. Si eres practicante de yoga, ya conoces bien tu cuerpo, escuchándolo vas a saber cómo ir adaptando cada momento de la sesión a tu estado. Es interesante contactar con un grupo de yoga que trabaje específicamente con embarazadas.
Según avanza el embarazo y sigas practicando vas a notar que el cuerpo se fortalece y todo está mucho más claro. El bebé se mueve y tu cuerpo hormonalmente está entregado a ese proceso. El segundo trimestre es un momento de asentamiento, aceptación, reconocimiento y fortaleza. En la práctica podemos ver que apetecen los retos físicos, sentirse fuerte y capaz, poderosa. Las sesiones proponen más asanas, tiempos largos en ellas, posturas de pié, respiraciones específicas o pranayamas, meditaciones dinámicas.
En el tercer trimestre el cuerpo está muy transformado, expandido y la conciencia está cambiando. Empiezas a entrar en la entrega, la apertura, la distensión y la relajación. En la sesión de yoga practicaremos mucho en el suelo, ejercicios a cuatro patas, grandes aperturas, movimientos circulares, danzas meditativas y vocalizaciones.
Podemos encontrarnos en algunas situaciones donde tengamos que adaptar mucho la forma de practicar yoga, incluso que no sea posible acudir a clase, por ejemplo en el caso de amenaza de parto prematuro, donde hay que hacer reposo. Incluso en esos casos se puede practicar yoga, nos centraremos en el trabajo con la respiración, la relajación, la meditación y la oración. Yoga lo asociamos sobre todo a las posturas, pero en realidad es mucho más amplio. En estos casos donde hay alguna dificultad en el embarazo aún es más importante practicar alguna de estas técnicas para ayudar a disminuir la tensión interna del cuerpo, a aquietar la mente, a reequilibrar todo el sistema energético y restablecer el bienestar.
¿Cómo son las sesiones de yoga para embarazadas?
Las sesiones de yoga para embarazadas constan de diferentes fases. Empezamos centrándonos y dando un espacio para aquietar nuestro cuerpo y nuestra mente, seguidamente conectamos con el bebé colocando las manos en el vientre invitándole a participar en la sesión. Abrimos el espacio entonando algún mantra. Seguimos trabajando con el cuerpo y la respiración consciente, las asanas o posturas van a permitir movilizar la columna en las diferentes direcciones, desbloquear cintura pélvica y escapular, fortalecer brazos y piernas. Incluimos un momento para hacer algún ejercicio específico con la respiración o pranayama y con la musculatura perineal. Como especial también añadimos algún momento de movimiento libre y vocalización, imprescindibles para el parto. Seguimos con una relajación para integrar todo lo vivido y finalmente nos sentamos en postura de meditación, uno de los momentos más importantes de la sesión, donde entramos en el espacio intuitivo del ser y desde el silencio de nuestra mente recibimos los mensajes de nuestro interior. Cerramos la sesión con algún mantra u oración.
Algunos ejercicios para empezar.
- Siéntate con las piernas cruzadas pon las manos juntas en el centro de tu pecho y canta tres veces el mantra OM.
- Coloca una mano en tu vientre y otra en tu pecho, cuando inhalas expande tu vientre y después tu pecho, cuando exhalas desciende tu pecho y seguido tu vientre va hacia dentro.
- Tus manos encima de tus rodillas, empieza a hacer círculos con tu pelvis, abriendo el pecho inhalando cuando vas hacia delante y exhalando hacia atrás.
- Ves a cuatro patas, exhalando curva tu columna como un gato enfadado e inhalando abre tu pecho y estira tu columna. Después de varias repeticiones añade el estirar una pierna hacia atrás cuando inhalas y al exhalar llevas la rodilla al pecho lo que puedas y cambias a la otra pierna cuando hayas hecho varias repeticiones.
- Te estiras boca arriba y llevas las rodillas al pecho separándolas para dejar espacio al bebé entre tus piernas. Te coges de tus rodillas y con cada exhalación contraes el periné.
- Desde esa postura, colocas los brazos en cruz y dejas caer tus rodillas hacia un lado, la mirada hacia el lado contrario, ahí respiras largo y profundo varias veces. Cambias de lado.
- Te estiras de lado y te relajas unos minutos.
- Vuelves a sentarte, colocas tus manos en el vientre y te quedas observando tu respiración sin intervenir en ella. Medita en tu respiración.
Para acabar vuelve con tus manos juntas en tu pecho y canta tres veces OM.